viernes, 13 de mayo de 2011

Hate it.

Los días se me hacían eternos. Veía al sol ocultarse, prófugo de las estrellas, cada tarde desde mi ventana. Ansiaba saber en donde se escondía. Quería poder acompañarlo. Dejar mi habitación, olvidar los apuntes llenos de años y palabras raras. Vaciar mi mente, y sólo gozar. Sí, eso era lo que necesitaba. Disfrutar. Aquella semana me había resultado eterna. Creo que hasta sentí que envejecía con el paso de los minutos... Por primera vez odié los sábados!