Miró fijo al cielo. Se percató de la existencia de una estrella tan brillante que por un instante el rayo de luz quedó impregnado en sus retinas. No podía dejar de verla, estaba encandilada. Por alguna extraña razón se sentía feliz. Estaba sola, sola con la soledad. El frío viento intentaba hacerla pestañar, obligarla a abandonar aquel extasis de felicidad, despertarla de un sueño que todavía no la había inducido. La estrella se movía, ella quería seguirla. Sus brazos sujetaban con fuerza al aire, que se escurría de sus manos. No quería que pasara el tiempo. Quería quedar asi durante toda la eternidad. Una voz le susurró en la mente. Le dijo que pidiera un deseo. La joven pidió que las manecillas del reloj dejaran de moverse. La voz cumplió su cometido.
El tiempo no pasaba para la niña, pero si lo hacía para la estrella anciana. Cuando esta se quedó sin fuerzas y se apago su intermitente luz, la niña quedó sumida en una oscuridad que la indujo al sueño y por primera vez pudo volver a soñar. Soñar en una estrella que aquella noche se había extinguido..
pd: no, no estaba borracha cuando escribí esto.