Esa sensación que sólo se puede reproducir en una canción. Ese sentimiento bipolar, que sube y baja, viene y va, nos abandona, pero finalmente se decide quedar. Esa melodía infinita, ese calor que sentís pero no sabés de donde viene. Ese vacío, esa duda existencial. Repetís tu nombre una y mil veces para asegurarte de que no hayas perdido la razón. Tus ojos se hinchan y tu pecho se infla y desinfla cada vez más rápido. Estas nervioso porque no sabes lo que va a pasar. Cantás y bailas al ritmo de una canción que volvés a escuchar para que sea de nunca acabar. Porque a la música no la ves, la sentís. Porque la música siempre esta dispuesta a ser escuchada. La música no envejece, es eterna. Es eso a lo que recurrimos cuando queremos un consejo que no sea humano. El lenguaje musical no se entiende, se percibe. Transgrede las normas que no existen porque nunca se le puede poner límites al arte. Ella espera pasiva que algún alma inquita revuelva sus notas y reviva a sus fusas y semi fusas. La música tambien es el silencio. Que algo tan abstracto contenga tanto convierte al compositor en un mago y a la música en su galera mágica. Con la música viajás y ahi estas de nuevo preguntandote tu nombre y dejándo de lado al personaje que interpretaste mientras actuaban los armoniosos sonidos. Ahi estas otra vez y esperás estarlo una tercera. Y sabés que podrás, porque la música no tiene fin. La música es eterna.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Caen
Su cuerpo funcionaba como un gran contenedor de emociones. Estaba nerviosa. Tenía miedo. Tenía ese vértigo de probar lo que no conocía y, si fuera posible, dejarse caer por el acantilado de su mente. Cerró los ojos por un momento, intentando imaginar lo que pasaría, lo que sentiría. Ese revoltijo,que le nacía en el estómago y quería salir despedido hacia el exterior en forma de dulce y jocosa carcajada, resultó difícil de contener. Entonces siguió soñando: dibujó en su mente a la hermosa ciudad de parís. Soñó sus aromas y su música. Se proyectó caminando por las empedradas calles que parecen llevarla hacia un universo mágico. Un suave ruido la desconcentró y la obligo a prestar especial atención a las indicaciones de la mujer que tenía unos asientos por delante. Salidas de emergencia hacia los laterales, chaleco salvavidas debajo de su asiento y buen viaje. Rápidamente, un joven un tanto agitado ocupó el asiento que estaba a su lado. Ella le inspeccionaba el rostro meticulosamente. Cuando el muchacho se percató de que estaba siendo vigilado, volteó y se topo con esos enormes ojos marrones. No pudo evitar reir. Temerosa, ella, volvío su cara hacia la ventanilla. Él la seguía mirando. Ella comenzaba a ponerse nerviosa.
-De qué te reís? - le dijo un tanto agresiva.
Él le respondió que no quiso ofenderla, que en realidad, estaba un tanto afectado por el viaje, que era la primera vez que viajaba solo a un lugar tan lejano. La charla se volvió amena a medida que pasaba el tiempo. Palabra tras palabra, se iban desgajando los sentimientos pueriles, los miedos, lo parecidos que eran aquellas dos almas. Palabra tras palabra, se incrementaba la confianza. Palabra tras palabra, solo quedaban 3 horas para arribar a la ciudad luz.
No habían dormido en todo el viaje. Hipnotizados por las ganas acusadoras de conocerse más y más se transformaron en las únicas dos luces prendidas en todo el avión. Intentaban contener las risas, pero las dos radiantes sonrisas iluminaban sendos rostros. Volando sobre el cálido aire atlántico, propusieron compartir hospedaje, y porque no, recorrer juntos la mítica ciudad. Estaban fascinados, ya no tenían nervios ni miedos. Sólo se tenían el uno a otro en una especie de unión que nadie más que ellos dos entendería.
De pronto una explosión y él no le sabe explicar a ella que pasó. De pronto fuego y ella no le sabe explicar a él que es lo que sucederá. Caen máscaras amarillas del cielo y siguen el protocolo que había explicado la mujer de más pintada hace varias horas. No tienen miedo, porque ya lo habían tenido antes. Sus cuerpos ingrávidos siguen el sendero dibujado por el coloso blanco que cae sin rumbo. Se toman las manos y prometen no soltarse. En ese vínculo que se ha formado, prometen encontrarse en París y recorrerla juntos. Porque ella sólo lo tiene a él y por que él sabe que no tiene nada más que ella. Caen y sus cuerpos se pierden en la oscuridad. Caen para nunca más volver. Caen.
martes, 15 de enero de 2013
?
Siento que no siento nada. Carezco de emociones mientras me balanceo por un fino hilo de plata que mancho de rojo escarlata con cada paso que doy. Mis ojos están húmedos pero no lloro. Mi sonrisa es negra como la tormenta de este día. Ya no quiero seguir con este juego. Mis torres caen y mis alfiles también. El inútil peón decidido comienza su marcha hacia el otro lado del tablero intentando defender a su rey. Cae. Caigo yo con él y me doy cuenta que esta historia no me pertenece. Cierro el libro y abro otro. Encuentro páginas coloridas. Reconozco en los dibujos un rostro familiar. Soy yo. Solamente yo. Comienzo a leer el había una vez. Esta historia me gusta. Me gusta porque estoy sola y porque soy feliz así.
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