Estaba rodeada de personas que parecían evadirla, la esquivaban, ya nadie le hablaba. Sus pies estaban aferrados a la tierra, sus manos iban cayendo al piso. Su cuerpo intentaba pedir a gritos agua. Los insectos comenzaban a alimentarse de su marchito ser...
Una mañana la recepcionista se acercó tímida a la oficina de su jefe, un viejo gordo ya entrado en edad.
- Tiene visitas señor- dijo ella trémula mientras abría la puerta.
- Diles que estoy en reunión- la recepcionista se disponía a retirarse de la sala- Ah! espera, por favor deshazte de esta vieja planta, solo ocupa lugar...
Las ramas de aquel pequeño ser estaban enraizadas en el marco de la ventana, ella no estaba dispuesta a irse. Todavía había vida dentro de ella..