Sus brazos burdos la rodearon. La hicieron su prisionera. La dejaron a su merced. Seducida por la idea de abandonar el mundo, al menos por una fracción de segundos, ella contiúo el juego. Ella se reía. Inducido por su risa jocosa el también comenzaba a reirse. Ahora la joven se preguntaba a que estaban jugando ¿Debería abandonar la partida? ¿ Jugar hasta el jaque mate? ¿Esperar que su reina cayera? El le miraba la boca. Ella decidió arriesgarse.
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