sábado, 3 de diciembre de 2011

Cárcel

Miró hacia arriba. Por un instante deseo ver el cielo. Recordar su color, esa sensación de inmensidad que le vendía hacia no mucho tiempo atrás. Imagino sentir el viento. Soñó como la suave brisa impactaba temerosa en su piel. Sus cabellos se movían arrastrados por lo invisible. Jugó con que estaba sentado en el pasto verde. Cerró bien los ojos. Contó unos segundos. 1, 2, 3. Los abrió.
El paisaje monótono se alejaba bastante de su fantasía, inspeccionó el lugar mejor. Volvía a estar encerrado en cuatro paredes, detrás de los barrotes. Seguía estando preso, preso en su mente.