viernes, 7 de diciembre de 2012

Almas

No se cómo ni porqué pero estaba tendida en el frío pasto, que intentaba meterse por entre mis ropas. Con mis ojos hacia el cielo me percaté  que una luna enorme y blanca me estaba vigilando. Cercana a ella, otras estrellas murmuraban y algunas,tímidas, brillaban por unos instantes para luego desaparecer. Entonces recordé la historia que me había contado mi abuelo sobre las estrellas. Aquellas bolas de fuego que surcan el espacio en busca del paso del tiempo, en busca de su destrucción, alguna vez, rieron y alguna vez también lloraron. Mi abuelo decía que las almas puras se volvían inmortales. Que la esencia de aquellas personas que se destacaron, quedaba impregnada en el aire, en el polvo, y el polvo se vuelve estrella. Nunca creí en ninguna de esas historias, las veía como un pretexto para hacerme dormir por las noches. Pero en aquel momento  no pude evitar pensar en eso. Entonces, vi pasar una estrella fugaz, prófuga de quién sabe qué y quién sabe porqué. Me detuve un segundo, y decidí pedir un deseo. Entonces mi mente se torno en blanco y solo pensé en los astros, en el cielo y en la inmortalidad. Aquella extraña fuerza que me indujo a desear eso fue la misma que lo volvió realidad, o al menos eso creo. Ahora sigo tendida en el frío pasto, pasaron muchos años. Intento llorar y no puedo. Intento reír y tampoco puedo. Solo puedo existir, en esta vacía línea temporal que me consume. Mi brillo se acaba y yo no veo razones para seguir brillando. Pero si no lo hago, entonces, el mundo quedará a oscuras. Intento pelear pero no puedo. Intento seguir estando  y lo logro. Intento seguir brillando...

En el cielo azul una de las tres marías se ha apagado.